23 de diciembre de 2015, a las puertas de un nuevo año, de
cambios, de vértigo, de nuevas sensaciones, de metas personales y compartidas.
Y yo, te propongo mis despropósitos:
Me despropongo quererte, porque hay cosas que no se
necesitan que hagas, que llegan y se quedan como una sombra permanente en
alguna parte de tu cerebro, como ese punto de luz que ves después de mirar
mucho rato a una pantalla, algo, que solamente su recuerdo te provoca un
suspiro, un “deja de sonreír así, que tu compañera te está mirando raro, otra
vez”
Te despropongo no esforzarnos, porque pese a que algunas
cosas parecen creadas para SER, hay que cuidarlas todos los días, igual que se
riegan las plantas, igual que tu abuela te mira con cariño y te pide que comas,
y que te abrigues, igual que la montaña más grande, no sería nada sin esos
pequeños detalles que son los granos de arena y piedras que la conforman.
Me despropongo ir corriendo a todos lados, porque prefiero
correrme contigo, y disfrutar de los paisajes que conforman tus lunares.
Me despropongo preocuparme por todo, porque la mayoría de
las veces, las mejores cosas suceden cuando dejamos de esperar, y porque desde
que te espero cada día, las preocupaciones se dividen y las alegrías, se multiplican.
Y sobre todo, me despropongo que 2016 sea olvidado, porque
esto que empezamos, ya nadie va a poder pararlo.