La cara de él por las mañanas, mirando rostros dormidos uno
a uno, por si le sonríe el destino, y hoy vuelve a encontrarla. Últimamente cuando
se encuentran hablan, y ella le sonríe, charlan un rato, pese a que su cara de
incredulidad por estar hablando con ella a penas le permite gesticular… Incredulidad que se mezcla con un sueño en sus pupilas, el sueño de no tener
que buscarla más en la fila del autobús, porque no hace falta buscar algo que
tienes en tus brazos.
Esta es la historia
del chico del autobús, o al menos la mia…
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