Estuve muy cerca de morir una vez, tan cerca que podía
sentir la tranquilidad de cuando todo se acaba, de que ya no había nada detrás.
Es curioso, la de veces que hemos usado la expresión “Estoy
muriendo por dentro” para referirnos a nuestros momentos de máximo pesar,
cuando en realidad, cuando de verdad crees que vas a morir, no sientes más que
paz.
No sientes más que el calor de todos los abrazos que has
recibido, y el de todos los que te quedaban por dar, ni siquiera sientes miedo.
Nunca he entendido el terror patológico de algunas personas
a morir, a mí no me da miedo ninguno, me da mucho más pánico pensar en perder a
alguien de a mi alrededor, a alguien que quiero, quizá entonces no me daba
miedo morir porque ni yo misma me quería.
Quizá me dé más miedo escribir sobre esto ahora y revivir
cómo me sentía antes de ese momento,
quizá ahora soy mucho más valiente y más consciente de todo lo que tengo.
Siempre he dicho que no puedes querer a alguien si no te
quieres primero a ti mismo, pero yo aprendí a quererme queriendo a los demás,
queriendo ser fuerte para ellos, queriendo luchar.
Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y así
fue, tuve que perderme para encontrarme en vuestras lágrimas.
Creo que nunca os he dicho lo que os agradezco aquellas
lágrimas y creo que os merecéis saber toda la fuerza que me dieron para
levantarme y seguir.
Os quiero, por quererme pese a todo, y porque gracias a
vosotros, ahora yo también me quiero.