domingo, 29 de agosto de 2010

casualidad


Me encantan las coincidencias, las casualidades, odio los tiempos de espera, las cosas planeadas, me gusta improvisar(te) hacer un mapa de tu cuerpo con mis manos, y que te escapes entre mis dedos, pero sin soltarme. Poder encontrarme en tus playas y tus lagos, así, por casualidad, azules, claro. Y que tus labios coincidan con los míos, o con mis pestañas, o con partes de mi cuerpo que no me importa que hagas desaparecer a base de caricias..
Te espero. Un día, por casualidad, en cualquier parte, en algún lugar.
Quiero ser la casualidad más grande de tu vida…

Azul


Y aquí sentada, mirando mi reflejo en el agua, con el vestido azul que nunca conociste, me miro, y no sé si pensar(me) me veo, y me veo tan bien… sola, tan azul, sola, tan feliz, sola… que no me reconozco, esa chica del charco no soy yo, o soy yo dada la vuelta y no sé si volver a mirar(me) o no quiero hacerlo, porque quizá me da miedo conocerme, o darme cuenta de que no me conozco, o peor aún, que tú me conoces mejor que yo misma.








Fotografía: Ferminius

miércoles, 25 de agosto de 2010

Paris



Y me gustaría pintar un cuadro para ti, en el que retratar la sonrisa que se me queda al mirarte, o poder captar el brillo de mis ojos. Un cuadro en el que quede capturado mi olor después de hacerme tuya, después de hacerte mío, después de hacernos nuestros…. Un cuadro en el que con puntos pueda pintar estrellas en tu cuarto, para que te den luz, y una luna que te acune por las noches. Te imaginas subir al cielo a brochazos? Pinceladas largas para las tardes de domingo, y cortas para los arranques de pasión en mil colores distintos, uno por cada grito que salga de mi garganta.
Y dibujarnos sin rostro, para imaginarnos eternamente en un sueño azul, en el que paseamos bajo un Paris que nos mira adormilado, esperando que le pintemos un amanecer, como esos que tanto me gusta ver contigo…

martes, 24 de agosto de 2010

Hoy regalan tristeza en los bares


Hoy regalan tristeza en los bares, y en las calles que no pisas, y en ese nudo que se me hace en el estómago cuando no se qué pensar, ni mucho menos qué sentir, cuando no sé ni quién soy, ni recuerdo el sabor de tus besos, o de los míos en tus pestañas, cuando mi risa ya no suena en tus caricias, o mi ombligo deja de decir tu nombre, silenciado por la añoranza de tus lunares sobre mi piel.

martes, 10 de agosto de 2010

Miedo

Me apetece escribir(te) y no me salen las palabras, ni siquiera tengo el lápiz con el que me gusta escribir para oir el rasgar del papel al paso de mis dedos moviendose, como los tuyos sobre mi tripa, dibujando una sonrisa en mi cara y un nudo en mi estómago y mis cuerdas vocales. Quizá no oigo el rasgar en el papel, pero oigo aun el susurro de tus palabras en mi oido, y el del aire que dispersa tu olor entre mis dedos y mis ganas, que dicen tu nombre, susurrando, claro. Por la noche no se puede hablar alto (aunque eso ya lo sabes…) por si se despierta el miedo, miedo a necesitar que vuelvas a mirarme, abrazarme, tocarme o sentirte cerca, tan cerca, que no sepamos donde acaba uno y empieza el otro.

Miedo, mucho miedo.