
Entre lo poco que sé de la vida,
también te diré que nada de todo
esto vale la pena sin alguien que
te haga ser incoherente.
Ni flores, ni velas, ni luz de luna.
Ése es el verdadero romanticismo.
Alguien que llegue,
te empuje a hacer cosas de las que
jamás te creíste capaz
y que arrase de un plumazo
con tus principios,
tus valores,
tus yo nunca,
tus yo que va.